esulta que, cuando Dios estaba construyendo el mundo, hizo en la costa del mar Caribe la bahía de Cartagena, una auténtica belleza natural. Eso lo aprende cualquiera desde el segundo año de la escuela primaria.
Pero ahora resulta que, en el Senado de Colombia, está siendo sometido a discusión y votación, en este preciso momento, un proyecto de ley según el cual dicha bahía de Cartagena, cargada de historia, de leyendas, de aventuras, y puerto prodigioso para el comercio mundial, no es un paraje marino sino fluvial. ¿Cómo les parece?
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Mejor dicho: los congresistas colombianos están suplantando a Dios y a la naturaleza al mismo tiempo, nada menos, cambiándoles la obra que ellos hicieron. Y no solo a Dios y a la naturaleza, sino, también, al Diccionario de la Lengua Española, que dice textualmente que una bahía es “una entrada natural del mar en la costa”. Del mar, no de un río.
¿Cómo empezó la odisea del Congreso Nacional al tratar de convertir en fluvial lo que siempre ha sido marítimo? ¿Y por qué surgió todo este embeleco? Les voy a contar el cuento completo para que ustedes mismos miren, analicen y juzguen.
Todo comenzó el día en que el senador Horacio Serpa Moncada, que es el autor y ponente, presentó su proyecto de ley número 295, por el cual se expide el código nacional de tránsito fluvial. Ya fue aprobado en primer debate por la Comisión Sexta del Senado.